Los efectos sobre la salud asociados con las dioxinas han sido bastante estudiados. Las exposiciones a altos niveles de dioxinas pueden causar un tipo de enfermedad de la piel conocida como cloracné, otros problemas dérmicos y daños hepáticos (USEPA 2000b). Uno de los efectos más estudiados de la exposición a bajos niveles de dioxinas durante periodos prolongados es el cáncer y la Organización Mundial de la Salud clasificó a la más tóxica del grupo en la categoría de cancerígeno humano conocido (Mc Gregor 1998). Otros efectos observados en animales de laboratorio luego de la exposición a dosis bajas por largos periodos incluyen efectos sobre la reproducción y el desarrollo como alteraciones del sistema inmunológico y en el comportamiento de la descendencia (USEPA 2000b). Las dioxinas y otros contaminantes emitidos por los incineradores pueden viajar largas distancias y por lo tanto, afectar la salud de individuos que estén lejos de la fuente de emisión. Sin embargo, el hecho de vivir cerca de las incineradoras, así como de trabajar en ellas, también se ha asociado con un amplio rango de efectos en la salud, entre los que se incluyen: cáncer (en adultos y niños), impactos adversos en el sistema respiratorio, enfermedades del corazón, efectos en el sistema inmunológico, incremento de las alergias y malformaciones congénitas. Las plantas que se han puesto en marcha en los últimos años también se han asociado a efectos nocivos en la salud (Allsopp 2001). En el año 2000 se publicó un estudio epidemiológico realizado en Francia que señala que en las personas que habitan cerca de un incinerador de residuos urbanos hay más casos de cáncer que en el resto de la población (Viel 2000).
A pesar de que la tecnología de las nuevas plantas permite reducir las emisiones de algunas sustancias químicas, no se ha conseguido eliminarlas en su totalidad, así como tampoco han desaparecido los otros residuos procedentes de la incineración, como cenizas volantes y cenizas de fondo. En realidad la reducción de dioxinas y otros productos químicos en las emisiones, conlleva un aumento de estos tóxicos en los otros residuos de incineración (Allsopp 2001). Algunas empresas depositan las cenizas de la incineración en rellenos sanitarios o de
seguridad. Sin embargo, disposición en estos sitios de contaminantes como los presentes en las cenizas no asegura su permanencia allí indefinidamente. De hecho, en los líquidos lixiviados provenientes de los rellenos se han podido hallar contaminantes provenientes de las cenizas allí enterradas (Matsuko 1999).